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“Señores qué es este son/ señores el Chucumbé…/ ¡ay larailalaila larailala señores el chuchumbé/ Bonita su entonación/ bonito se oye y se ve…!/ Que te vaya bien, que te vaya mal/ el chuchumbé te va a alcanzar…”
Y la gente se aglutinaba alrededor de los músicos, cantores y danzantes a envolverse en la euforia que necesariamente brindaba la posibilidad de cohesionarse en una intención nacionalista, en una intención de búsqueda e identidad de origen, en una intención de sentires y pensares independentistas, propiamente dicho.
“Dijo un sabio veterano, con filosofía medida…/ Para todo ser humano hay un chuchumbé en la vida… / ¡ay larailala larailala ay un chuchumbé en la vida…/ que te vaya bien, que te vaya mal…/ el chuchumbé te va alcanzar…”
Y además de motivar la euforia mencionada, se festejaba el significado escondido, el verdadero significado de las palabras y las frases de advertencia a los sojuzgantes que, temerosos de la gesta cohesionante que se acuñaba en el corazón del mestizaje e incluso de los criollos, dado que también estos últimos eran motivo de ataques y menosprecios aunque en menor medida, intentaron prohibir la ejecución pública de los llamados “sonecitos del país” que a lo largo y ancho de la entonces Nueva España, se dejaban escuchar motivando cada vez más el sentimiento de pertenencia, de orgullo por el origen, de arraigo a la tierra que les vio nacer y, por ende, motivando también un quizá incipiente, naciente sentir independentista
“Esa niña que ahí se ve, tiene mucho que llorar…/ ¡aylarailalailaralala tiene mucho que llorar…/ Se durmió ya al despertar, no encontró su chuchumbé/ ay larailalailarailala no encontró su chuchumbé…/ que te vaya bien, que te vaya mal, el chuchumbé te va alcanzar…”
Fue alrededor de la mitad del Siglo XVIII, según dicen los enterados, cuando se popularizaron en todo el territorio de la entonces Nueva España, los sonecitos del país… Por más que la prohibición intentaba sofocar el sentimiento nacionalista que la música sembraba en cada rincón de la naciente patria, cada vez más se producía ese fervor que los sonecitos, los jarabes y demás, inyectaban en mestizos y criollos… La música del México de entonces, podría decirse con toda propiedad que estaba dividida entre aquella que las altas esferas sociales escuchaban y ejecutaban, música que generalmente era la llegada de Europa y se movía entre la Ópera y la música de concierto y que algunas ocasiones integraba obras de la autoría de músicos mexicanos que a esos niveles socioeconómicos no reflejaban el sentir del pueblo sino que se dedicaban a copiar lo que se suponía que era digno de la élite para poder obtener el prestigio que muchos de los que se desempeñan en el bendito oficio de las artes musicales buscan por encima de muchas cosas con gran fervor. Pero, la música mexicana, la verdadera música de ese México mestizo naciente, surgía nota a nota, palabra a palabra, del sentir del pueblo inflamando las almas en un fervor patrio que ya nadie lograría detener.
“Para todo ser humano hay un chuchumbé en la vida…/ ¡aylaralala larailala hay un chuchumbé en la vida…/ Que buscando y encontrando se le llega a la medida…/ Que te vaya bien, que te vaya mal el chuchumbé te ha de alcanzar….”
El Chuchumbé, son que se escribe, se produce durante la época de la lucha independentista de la entonces Nueva España, iba de un lado a otro motivando, inflamando, encendiendo como una llama inextinguible junto con otros sones tales como “Matanga”, “El Águila Real” y muchos más. Todo ello, desde luego, en la clandestinidad debido a la prohibición con la que los siervos de la corona española intentaban sofocar la sed de independencia. De esta forma, surgen sones cuya existencia se data alrededor de las primeras décadas del siglo XIX como aquel que dio a conocer en 1821 da a conocer Pepe Quevedo, trovador nacional y nacionalista bajo el nombre de La Pulga y dentro de la clasificación de lo que el propio cantor llamó “Corrido”.
“Ayer me picó un mosquito muy chiquitito y muy querendón/ y me daba unos piquetitos que me llegaban al corazón…”
Bien sabido es que el nombre “Corrido”, deriva de lo que cantaban los habitantes de Andalucía donde a los romances les llamaban “corridos de la costa”. Pero, el corrido mexicano es absolutamente diferente en su construcción melódica, armónica y literaria por lo que, según afirman los grandes investigadores de nuestra música, es un género que surge en el pueblo y para el pueblo siempre con un contenido épico, narrativo y lírico que motivaba de alguna manera, la conciencia social en lo que se refiere a los acontecimientos y sus causas. Pero en la alborada de la Nación Mexicana, aún seguían cantándose muchos de los romances y las coplas españolas aunque ya con nuevas construcciones musicales y literarias que fueron forjando nuestra música con un carácter totalmente mexicano. Así, en todas las salas, los teatros y las reuniones del pueblo, privaban los jarabes que identificaban prácticamente a todas las regiones del país. Sones o jarabes como el Pan de Manteca, El Chimisclan, y muchos más, eran solicitados por los oyentes con emoción y algarabía así como muchos sonecitos tales como El Mosquito y El Tecolote.
Poco a poco, fue consolidándose el sentimiento nacionalista y para ello la música fue un elemento de vital importancia. Poco a poco fueron surgiendo grandes figuras nacionales que viajaron al mundo representando culturalmente al recién independiente México… Al México que, no obstante la resistencia de algunos españoles radicados en México junto con criollos que manifestaban su añoranza por la época de la corona dominante, surgía entre luchas sociales ya con una identidad propia en donde la música jugaba parte definitiva. Dentro de las figuras que surgen posterior al logro de la independencia de México es menester mencionar a quien representara a nuestro país en grandes escenarios del mundo gracias a su voz maravillosa: Angelita Peralta, el Ruiseñor mexicano de quien se tienen muchas anécdotas como aquella en que una soprano italiana que cantaba antes que Angelita, recibe una gran ovación y saliendo le dice: “Así se canta en Italia”. Acto seguido, toca el turno a Angelita Peralta que verdaderamente enloquece con su canto al auditorio que se le entrega con una ovación inigualable. Angelita, mostrando su orgullo, sale y dice a la soprano: “Así se canta en México” a lo que la italiana replica: “No, así se canta en el cielo.” Así, en Italia, tierra de grandes voces, de grandes cantantes, fue bautizada como “Angelica di vocce e di nome” debido a su maravillosa voz.
Pues mil anécdotas se dieron en este sentido mostrando el orgullo nacionalista en voz de grandes figuras de la música, de la literatura y la política de aquel naciente México independiente, pero no puedo dejar de mencionar dos cosas: Angelita Peralta llevó siempre el orgullo de su origen a cada lugar donde se presentó y en parangón con lo que estamos padeciendo, ella fue víctima de una terrible pandemia que azotó al mundo a mitades del siglo XVIII, la llamada fiebre amarilla. Así, Angelita Peralta, figura mundial del canto representante del joven México independiente, deja de existir a sus apenas treinta y ocho años de edad víctima de una pandemia similar a la que hoy padecemos.
Alberto Ángel “El Cuervo” | FACEBOOK
albertorafaelbustillosalamilla
México-Tenochtitlan, en mitad de pandemia y en una reflexión de sentires y pensares independentistas una vez más.
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