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Después del café: una idea de locos

Foto del escritor: Juan Diego GonzálezJuan Diego González

El dolor crece en el mundo a cada rato.

Crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,

y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces

y la condición del martirio, carnívora voraz,

es el dolor dos veces (…)

Vallejo, Los nueve monstruos (Los heraldos negros, 1919)


Agosto de calor y mucho, sábado 30 de 2014. Durante la semana previa se hizo publicidad para invitar al taller de lectura de poesía “Después del café”. La sede era –y sigue siendo- la Escuela Normal Superior de Obregón. En las mesas estaban los poemas de Vallejo y sus “Heraldos negros”. ¿Miedo? ¿Preocupación? ¿Ansiedad? ¿Alegría? ¿Esperanza? Todo ahí, mezclado, a la expectativa, antes de las 6:00 pm para iniciar una aventura.


El taller literario cumplió su 6to Aniversario. Poco más de 240 sábados de reunirse, leer y disfrutar la poesía, analizar, discutir, proponer, escuchar, volver a leer. Vallejo, Borges, López Velarde, Lezama Lima, Pizarnik, Amor, Belli, Castellanos, Storni, Whitman, Kerouac, Sabines, Bañuelos, Guillén, se sentaron en la mesa grande de la biblioteca, degustaron el café y de vez en cuando un tinto.


Durante meses mi esposa Claudia (G. Chávez) me insistió en la formación de un taller diferente. Ándale, ¿qué te cuesta?, eres tallerista, has tenido otros talleres, porqué aquí en Obregón no, pero éste debe ser diferente, algo de pura poesía. Ese 2014 estaba en dos trabajos con la transición a quedarme en uno y debía tomar varias decisiones. Un taller literario, de lectura y análisis de poesía era –soy sincero- lo que menos necesitaba en ese momento. Los años le dieron la razón a mi mujer y fundar ese taller fue una de las mejores decisiones. Está bien, le dije una noche, con la condición de que me ayudes en la coordinación. Estaba oscuro en el cuarto pero puedo jurar que sus ojos brillaron. Un beso sello el destino, “Después del café” estaba por iniciar.

Gracias a la buena voluntad de los directores de ENSO, (primero el Dr. Rafael Marín, y después el Maestro Manuel Argüelles) el taller ya tenía sede. Los primeros tres años, Claudia y yo compartimos la coordinación. Luego estarían al frente Iván Santoscoy, Lupita Velásquez y este año son José María Ruiz y Araceli Jiménez.


El taller ha tenido padrinos de aniversario como los poetas Mario Arturo Ramos, José Javier Villarreal (quien impartió un diplomado de poesía), Daniel Camacho Higuera (impartió taller de Autobiografía). También visitas como la de Marco Antonio Campos y varios cursos intensivos como los de Hugo Medina, Julia Melissa Rivas y Claudia Reyna.


En su visita Mario Arturo Ramos, me cuestionaba porqué iniciar un taller en medio del calor más agobiante posible: “es una idea locos, sólo a ustedes los sonorenses se les ocurre”. Mario Arturo en realidad no estaba molesto por el calor. Ese día antes, de la presentación de su libro “Los rincones de la sed” como parte de la celebración del primer aniversario (agosto 2015), anduvimos por todo Cajeme en busca de un café, de un buen café. Después de sus viajes a Italia, Alemania, Cuba ¿qué café se le puede ofrecer para sacarle una sonrisa?


Cuando lo llevé a la central de autobuses, en medio de una tormenta, me dijo que olvidara lo que había dicho. “Leer poesía, en medio del desierto es como encontrar un tesoro, sigan así, invítame cuando quieras”. Sus pasos quedaron sepultados por el agua. En la puerta de la central se volvió para sonreír y hacerme señas de que siguiera mi camino. Y así lo hice.


Me mudé con familia a una isla conocida como BCS. Sigo en contacto con el taller “Después del café”, ahí están amigos y amigas. Incluso, trabajamos junt@s para editar una antología de poesía y cuento, textos recopilados durante los momentos de incursión a la escritura creativa. El libro “Después del caf3”  se publicó bajo el sello de Caracol Ediciones y con el apoyo de la OCV Obregón y su entonces directora María Luz Castillo, en agosto de 2017. Anteriormente el taller publicó una antología artesanal “Voces de madera”.

Cuando pienso en aquel beso a oscuras me pregunto si ese es el origen del taller “Después del café”. Pero no. Anteriormente hubo otro taller homónimo en Hermosillo, con la particularidad de ser de escritura autobiográfica. Entonces el origen sería en 1998 cuando empecé con esto de los talleres literarios, invitado a colaborar con el Instituto Sonorense de Cultura. Trabajé con talleres en Nogales (aquí fueron 5 años de ir y venir cada jueves), Huachinera, Santa, Ana, Magdalena de Kino, Bacanora, Ures, Baviácora, Álamos. Y mentiría entonces. Impartir talleres literarios viene de mi pasión por la lectura y por los libros. Aún recuerdo los jalones de orejas que me daba aquel trabajador de “Librolandia”, en Guaymas allá a fines de la década de los 1970, cuando me escabuía para leer tirado de panza, bajo las grandes mesas llenas de libros.


Tampoco, ese no es el origen del taller. En mi escritorio tengo una pequeña escultura de don Quijote que me regalaron mis hijos en un cumpleaños. Tiene su espada en la mano derecha y un libro abierto en la izquierda. Don Quijote, de hecho sostiene una versión de bolsillo de su novela (4 tomos) y otros libros que me han regalado en otros cumpleaños. La escultura impide que caigan. La más cuerda locura de don Quijote impide que este mundo caiga en el caos, impide que nos volvamos locos. Si lo pienso de nuevo, con calma, descubro que Mario Arturo tiene razón, la poesía es cosa de locos. Sigamos pues, la quijotesca recomendación: leer, leer, leer. Entonces que así sea, salud por la lectura y a ejercitarla, compartamos libros y lecturas. Cómo hace en medio del desierto el taller “Después del café”.

 

Por Juan Diego González | FACEBOOK

Autor y Periodista


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