"A veces no tengo tiempo para nada.
Es un desastre mi vida, no se qué he hecho para merecer ésto,
pero el aplauso crea una responsabilidad permanentemente
a la que no se puede renunciar.
Es una responsabilidad sentirme punto
de referencia o referente de algo". Mercedes Sosa.
Cuenta la historia que la noche del 31 de enero de 1965, durante la Novena Luna del Festival de Cosquín, una joven prácticamente desconocida fue presentada por Jorge Cafrune. La acababa de abandonar el marido, dejándola sola, con un hijo, y sin un peso.
"El Festival de Casquín es y se caracteriza por dar, año a año, una o varias figuras nuevas. Yo me voy a atrever, porque es un atrevimiento lo que voy a hacer ahora, y voy a recibir un tirón de orejas por la comisión, pero qué le vamos a hacer, siempre he sido así, galopeador contra el viento. Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de darlo y que, como les digo, aunque se arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa". Jorge Cafrune.
Nadie sabía que esa noche, al interpretar la Canción del Derrumbe Indio, estaba naciendo una leyenda. Incluso, Julio Mahárbiz, quien formaba parte de la Comisión Organizadora del evento, dijo: “¿Quién es esa mina (chica) con esa pinta de sirvienta? ¿Qué hace acá?”.
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Mercedes, La Negra para todos, La Mamma para algunos, La Marta para su familia, ya había grabado dos discos para ese entonces. "La voz de la zafra" y "Canciones con fundamento" habían salido al mercado sin pena ni gloria, relegados por cuestiones políticas. Imaginen ustedes aquella escena cuando sola, con su bombo, se planta a cantar a la audiencia del festival. Un acontecimiento ignorado por la prensa, mas no por el sello Phillips que la contrató para grabar sus siguientes discos, "Hermano" y "Yo No Canto por Cantar" que aparecieron en 1966.
"Los de la Comisión eran gorilas. Yo estuve ahí y lo que hay que recordar es que Cafrune se jugó entero para que nuestro pueblo escuchara por primera vez en el escenario más importante –de aquella época– a la voz mayor de nuestro cancionero". Marian Farías Gómez.
Mercedes nació para no morir en Tucumán en el Día de la Patria, 9 de julio, de 1935. Sus padres, Ernesto y Ema, habían elegido el nombre, de Marta Mercedes, después de buscar en tre muchos, pero en el Registro Civil, su papá "olvidó" el nombre de Marta y lo cambió por Haydée, Haydée Mercedes Sosa Girón, aunque en casa siempre fue "La Marta".
"Mi mamá dice que mi papá se olvidó mi nombre adrede cuando me fue a anotar. Y me puso Haydeé Mercedes en vez de Marta Mercedes, como pidió mi mamá. Como es lógico, en mi casa mandaba mi papá, pero se terminaba haciendo lo que quería mi mamá. Soy la Marta y me gusta mucho más ser la Marta que Mercedes Sosa. Ayayito, con el nombre de buena me libré: mi mamá pensó en ponerme Julia Argentina, porque nací un 9 de julio. ¿Se imaginan a los presentadores del mundo diciendo: “Y aquí… ¡Julia Argentina Sosa, de Argentina!”? Al final, puertas adentro soy la Marta". Y puertas afuera soy la Negra. Mercedes Sosa.
Su debut fue realmente en la escuela un 17 de octubre de 1950, en el Día de la Lealtad, cuando la directora la hizo cantar el himno. Ese día faltó su profesora, así que ella y sus compañeras se fueron a la Radio RV12 donde había un concurso de canto.
"Por miedo de que mi papá me descubriera, me presenté como Gladys Osorio, canté “Triste estoy”, de Margarita Palacios... ¡y gané! Seguí cantando en la radio, mi papá se enteró y me retó, pero terminó aceptando que eso era lo mío. ¡Y canté hasta boleros!". Mercedes Sosa.
Pocos cantores tan comprometidos con su arte, con su pueblo, con los jóvenes que venían abriéndose paso. Fue tanta su necesidad de dar y de formar jóvenes que muchos se refieren a ella como Nuestra Madre Cantora.
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"Mercedes nos enseñó parte de la historia y la lucha revolucionaria de muchas mujeres de nuestro país y también la maravillosa postura que ayudó desde lo femenino a generar una idea sobre la verdad, sobre la justicia y sobre la poesía. Yo creo que el lugar que deja Mercedes es enorme y va a costar trabajo llenarlo. Es una de esas artistas que va a quedar en la memoria colectiva como han quedado artistas extraordinarios como Violeta Parra, Víctor Jara. Por todo lo que ella dignificó desde su lucha por los pueblos originarios, por la defensa de las libertades, de los derechos de todos nosotros. Pero así como dejó un espacio enorme también dejó una enseñanza gigantesca que si alguno de los jóvenes artistas consigue comprenderla y levantarla como bandera propia seguramente este país va a tener momentos extraordinarios desde ese ejemplo". Víctor Heredia.
La bandera de su compromiso social era el Manifiesto del Nuevo Cancionero del que hablamos ya hace algunos meses.
"Con palabras educadas, el Nuevo Cancionero decía que teníamos que dejarnos de joder, romper el cascarón, terminar con los tabúes tradicionalistas y los disfraces. Aquel lunes 11 de febrero reventó de gente el Círculo de Periodistas. No faltaron un par de alcahuetes de los servicios; nos acusaban de lo que éramos, “comunistas”. A uno de esos monos le cayó encima una bandeja con vasos de vino. Fue “sin querer”. Yo canté, me puse un vestidito rojo que me regaló la señora de un amigo, Natalio Faingold. Nunca imaginamos la trascendencia del Nuevo Cancionero; hasta a Joan Báez llegamos. Nos expresábamos sin sacrificar un gramo de la dignidad estética. Adiós a las canciones fáciles para que le gusten ya mismo a la gente. Yo siempre entro a las canciones por la música. Y busco la poesía. El Nuevo Cancionero fue, antes que nada, un hecho estético". Mercedes Sosa.
Podríamos escribir cientos de páginas dedicadas a La Negra sin terminar de describir la grandeza de la artista, y la bondad de la persona. Lo importante no es lo que uno pueda escribir sobre ella sino los testimonios que la gente cercana a ella nos puede dar.
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La Negra, ¿cómo era? De los cinco sentidos el que tenía más desarrollado era el sexto. Lo usaba para el afecto de cuajo, o para mandarlo a uno a la madrequeloparió. Era impredecible. Un ejemplo: año 1983, asoma entusiasmada la democracia. Me llama por teléfono y me dice: “Nene, estoy yendo para tu casa, llevo empanadas que hicieron mi mamá y mi cuñada”. Un detalle: son las dos y media de la mañana. Mercedes llega, busca la cocina, se sienta, da vuelta un plato y con un cuchillo y un tenedor empieza a marcar los compases de cada una de las once canciones del long play que está grabando. Sin levantar la vista del plato, sin soltar los cubiertos de percusión, dice con voz tenue: “¿Verdad que será hermoso este disco? Hermanito, decime que te gustó mucho… Ay, cómo sufro. Tiene razón mi mamá: yo no tengo que andar cantando... Mediados de 2003. Por esos días escribo su biografía. A las cuatro de la madrugada suena el teléfono. Es ella: “Ya pensé mi epitafio. ¿Tenés para anotar, Rodolfo?”. “Dale, Negra, te escucho.” Suelta la carcajada, me dice “hasta mañana” y cuelga. Le gustaba jugar. Era muy llorona y divertidísima.”. Rodolfo Braceli, 30 septiembre 2019.
Por Eduardo Pérez de Lara González | FACEBOOK
Psicólogo, Educador y Músico
"No olvidemos que hay que soñar la vida para que sea cierta.."
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